Definición de la Compasión Hacia Uno Mismo
Tener compasión por uno mismo no es realmente diferente de tener compasión por los demás. Piensa en lo que se siente en una experiencia de compasión. En primer lugar, para tener compasión por los demás, debes notar que están sufriendo. En segundo lugar, la compasión implica sentirse conmovido por el sufrimiento de los demás para que tu corazón responda a su dolor. Cuando esto ocurre, sientes la calidez, el cuidado, y el deseo de ayudar a la persona que sufre de alguna manera. Tener compasión significa también que ofreces comprensión y bondad hacia los demás cuando fallan o cometen errores, en lugar de juzgarlos con severidad. Por último, cuando sientes compasión por otro (en lugar de la mera lástima), significa que te das cuenta de que el sufrimiento, el fracaso y la imperfección son parte de la experiencia humana compartida.
En este sentido, l compasión hacia uno mismo implica actuar de esa misma manera hacia ti mismo cuando estás teniendo un momento difícil, cuando fallas, o notas algo que no te gusta de ti mismo. En lugar de simplemente ignorar el dolor con “cara de póker”, te permites decirte a ti mismo “esto es realmente difícil en este momento, ¿cómo puedo consolarme y cuidar de mí mismo en este momento?”. Es decir, en lugar de ignorarte, o lo que es peor, juzgarte y criticarte sin piedad por tus deficiencias, la compasión hacia uno mismo significa que vas a ser amable y comprensivo cuando te enfrentas a tus errores personales. Después de todo, ¿quién ha dicho que tenías que ser perfecto? Puedes tratar de cambiar aquello que te permita ser más saludable y feliz, pero esto lo haces porque te preocupas por ti mismo, no porque no valgas nada o seas inaceptable.
Tal vez lo más importante al tener compasión por ti mismo sea que honras y aceptas tu humanidad. Las cosas no siempre salen como tú quieres. Te encontrarás con frustraciones, habrá pérdidas, cometerás errores, y te vas a topar con tus limitaciones y la caída de tus ideales. Esta es la condición humana, una realidad compartida por todos nosotros. Cuanto más abres tu corazón a esta realidad en lugar de estar constantemente luchando contra ella, más capaz serás de sentir compasión por ti mismo y todos tus congéneres en la experiencia de la vida.
Los tres elementos de la Compasión Hacia Uno Mismo
1. Bondad con uno mismo
La compasión hacia uno mismo implica ser cálido y comprensivo hacia nosotros mismos cuando sufrimos, nos rechazan o nos sentimos inadecuados, en lugar de ignorar nuestro dolor o flagelarnos con la autocrítica. Cuando hay compasión hacia nosotros mismos reconocemos que el ser humano es imperfecto y así, con todos nuestros defectos, va a ser inevitable experimentar dificultades en la vida va, por lo que hemos de tender a ser amables con nosotros mismos cuando nos enfrentemos a experiencias dolorosas, en lugar de enojarnos cuando la vida no está a la altura de los ideales establecidos. La gente no siempre puede ser o conseguir exactamente lo que quiere. Cuando esta realidad se niega o se lucha en su contra, el sufrimiento aumenta en forma de estrés a través de la frustración y la autocrítica. Cuando esa realidad vital es aceptada con simpatía y amabilidad, se experimenta una mayor ecuanimidad emocional.
2. Humanidad compartida
La frustración por no tener las cosas exactamente como queremos, suele ir acompañada de un sentimiento irracional pero penetrante de aislamiento: es como si “yo” fuera la única persona que sufriera o cometiera errores; sin embargo, todos los seres humanos sufren. La propia definición de ser “humano” significa que uno es mortal, vulnerable e imperfecto. Por lo tanto, la autocompasión implica reconocer que el sufrimiento y la inadecuación personal es parte de la experiencia de humanidad compartida: “algo que todos pasamos” en lugar de ser algo que sólo me pasa a “mí”. También significa reconocer que los pensamientos, sentimientos y acciones se ven afectadas por factores “externos”, como la historia de crianza de los hijos, la cultura, las condiciones genéticas y ambientales, así como el comportamiento y las expectativas de los demás.
Thich Nhat Hahn llama a esa intrincada red de causa y efecto recíproco en el que todos estamos involucrados: “interser.” Reconociendo nuestro interser esencial, nos va a permitir ser menos críticos sobre nuestras faltas personales. Después de todo, si tuviéramos un control total sobre nuestro comportamiento, ¿cuántas personas conscientemente decidirían tener problemas de ira, problemas de adicción, ansiedad social, trastornos de alimentación, etc.?
Muchos aspectos de nosotros mismos y de las circunstancias de nuestras vidas no son de nuestra elección, sino que provienen de innumerables factores (genéticos y / o ambientales) sobre los que tenemos muy poco control. Por lo tanto, al reconocer nuestra interdependencia esencial, los fracasos y dificultades de la vida no tienen que ser tomados como algo personal, sino que se pueden reconocer y admitir sin prejuicios, con compasión y comprensión.
3. Mindfulness (atención plena)
La autocompasión también requiere un enfoque equilibrado sobre nuestras emociones negativas para que los sentimientos no sean ni suprimidos ni exagerados. Esta postura equilibrada proviene del proceso de relacionar experiencias personales con los de otras personas que también están sufriendo, poniendo nuestra propia situación en una perspectiva más amplia.
También se deriva de la voluntad de observar nuestros pensamientos y emociones negativas con franqueza y claridad, de modo que se mantengan en la conciencia viva. La atención plena es un estado mental no-crítico, receptivo en el que se observan los pensamientos y sentimientos tal como son, sin tratar de suprimirlos o negarlos. No podemos ignorar nuestro dolor y sentir compasión por ello a la vez. Al mismo tiempo, la atención plena requiere que el estado mental no se haya “sobre-identificado” con pensamientos y sentimientos, de manera que resultemos atrapados y arrastrados por una reactividad negativa.